Crucificado Con Cristo – El Misterio de Nuestra Muerte en Cristo
¿Crucificado con Cristo? ¿Qué significa eso realmente? La "muerte en Cristo" es una revelación crucial que debe ser comprendida si alguna vez vamos a ser libres. Para empezar a entender nuestra muerte en Cristo lea estas Escrituras de Pablo:
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20).
“Porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección. Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con Él. Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de Él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Romanos 6:5-11).
"Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Filipenses 1:21).
Crucificado Con Cristo – Considerándonos Muertos
Digamos de una vez cuál es el mayor estorbo para ser libres para servir a Dios - el PECADO. ¿No resulta extraño que la Biblia nos dice que todos somos pecadores, que no hay ninguno justo, y que todos hemos sido destituidos de la gloria de Dios, y aún así a la mayoría de nosotros no nos gusta admitir nuestra lucha con el pecado? Pero este es un asunto que debemos enfrentar y, con la ayuda de Dios, conquistar, si vamos a ser verdaderamente libres.
En esta sección correré el riesgo de ser malinterpretado, pero confío que usted me escuchará antes de sacar sus conclusiones. Sé de sobra que dentro de mí no existe ninguna habilidad para no pecar. También entiendo totalmente que soy un pecador salvado por la gracia de Dios, y que mi salvación no se debe a ninguna obra o mérito propio. Sin duda, usted también sabe y entiende estas verdades por propia experiencia. Sin embargo, las Escrituras que acabamos de revisar nos dicen que ya no estamos solos. Tenemos el Espíritu de Dios morando dentro de nosotros, la naturaleza de Cristo influenciándonos, y la ley de Dios instruyéndonos.
A menudo he escuchado a cristianos, en un intento de mostrar humildad, decir que sólo son pecadores salvados por gracia, que simplemente no pueden dejar de pecar todos los días, pero que su pecado los conduce a Dios en oración para pedir perdón. De hecho, esto suena muy similar al asunto que Pablo trató con la Iglesia en Roma: "¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡En ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? (Romanos 6:1-2). Yo siempre he querido gritar: "¡Entonces deja de pecar, y ora dándole gracias a Dios por la victoria!" Porque yo creo que aunque en nosotros mismos no tenemos más alternativa sino el pecar, ya que esa es nuestra naturaleza, en Cristo tenemos la capacidad para no pecar, ya que esa es Su naturaleza. La elección en cuanto a cuál naturaleza seguiremos es ahora nuestra.
Lea las Escrituras siguientes que apoyan esta conclusión:
"Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias. Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. ¿Qué pues? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡En ninguna manera! ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?" (Romanos 6:11-16).
"Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte" (Romanos 8:1-2)
"Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne. Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (Romanos 8:12-13).
"Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu; y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley" (Romanos 5:16-18).
"Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1ra de Corintios 9:27).
"Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría. Cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivías en ellas" (Colosenses 3:2-7).
Crucificado Con Cristo – Deshágase de la Vieja Naturaleza, Camine en Nueva Vida
Podríamos continuar con esos pasajes que instruyen al creyente a deshacerse de la vieja vida (o la vieja naturaleza) y caminar en la nueva vida (o la nueva naturaleza). Parece obvio que lo que Pablo dice es que una vez que hemos sido crucificados con Cristo, entonces tenemos la habilidad a través del poder del Espíritu y la naturaleza de Cristo en nosotros, para escoger no pecar. Ambas naturalezas habitan dentro de nosotros, y luchan entre sí. Pero depende de nosotros el escoger caminar en el Espíritu, y no en la carne. Depende de nosotros el vivir en la luz, y no en la oscuridad. Depende de nosotros morir a nuestra vieja naturaleza egoísta, y permitir que la naturaleza de Cristo viva en nosotros. Cuando Pablo dice que él ya no vive, sino que Cristo vive en él, esa es una declaración elegida por él. Cuando Pablo dice que muere diariamente, esa es una declaración elegida por él. Cuando Pablo dice que mantiene a su cuerpo sometido, esa es una declaración elegida por él. No debemos utilizar la excusa de que somos pecadores de nacimiento, sin importar lo verdadero que eso pueda ser, porque hemos nacido de nuevo, ¡y ese nacimiento es en justicia!
Lo que propongo no es la doctrina de una segunda obra de la gracia, en la que uno proclama que está totalmente y finalmente santificado, y por tanto ya no puede cometer pecado. Lo que propongo es una obra de gracia que le permite a él proclamar: "Por la gracia de Dios, soy capaz de no pecar!" A los ojos de Dios, mi vieja naturaleza está muerta, crucificada con Cristo. Cuando Pablo declara que debo considerarme a mí mismo como muerto, está diciendo que tengo que verme como Dios me ve. Esto requerirá auto-disciplina, auto-control, y el romper viejos hábitos. La vieja naturaleza no se rendirá pacíficamente. Ha estado en control por demasiado tiempo para irse sin pelear. Pero cada batalla luchada y ganada a la vieja naturaleza hace que se debilite, y hace que la nueva naturaleza espiritual se haga más fuerte. Pero hasta que reconozcamos el conflicto, declaremos la guerra al enemigo, y nos pongamos toda la armadura de Dios, viviremos en derrota. ¡Y no hay un sitio en todas las Escrituras donde diga que tenemos que vivir derrotados!
La Biblia nos dice que a quien nos sometamos a obedecer, de ése somos esclavos. No debemos someternos al pecado, pero debemos someternos a Cristo. Aunque no creo que sea prudente enumerar pasos en este proceso, estas cuatro verdades deben penetrar nuestros corazones y mentes antes de que nos liberemos del pecado.
Crucificado con Cristo – Considerarse Muerto
Entender lo que significa estar "Crucificado con Cristo" es quizás el principio más importante de todos para los creyentes. Hasta que estemos libres de la esclavitud del pecado, nunca seremos libres para servir a Dios.
"Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado. Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia. Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir: 'Sed santos, porque yo soy santo'" (1ra de Pedro 1:13-16).
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