Siervo de Dios – La Historia de Pablo
Pablo fue un verdadero siervo de Dios. La última carta registrada de Pablo, la segunda carta a Timoteo, fue escrita desde una celda romana. El momento de la ejecución de Pablo estaba muy cerca y Pablo exhortaba a Timoteo a continuar la obra del ministerio con toda fe y diligencia. Escribió:
Siervo de Dios – El Desafío a Timoteo
Después de estas palabras de instrucción y desafío a Timoteo, Pablo registra sus últimos pensamientos -- reflexiones sobre el trabajo de su vida como siervo de Dios. Estas palabras permanecen como un faro para cada Creyente. Brillan en un mundo oscuro para guiar sin peligro a casa a cada uno de nosotros. Son palabras que cada hijo de Dios debe estar dispuesto a pagar cualquier precio para decir.
Siervo de Dios – Luchando la Buena Batalla
Cuando Pablo reflexionó sobre su vida como siervo de Dios, pudo decir: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe..." Poco tiempo después de que estas palabras fueran escritas, la vida terrenal de Pablo terminó. Inmediatamente estuvo en la presencia del Señor, porque él ya nos había dicho que estar ausentes del cuerpo era estar presentes con el Señor (2da de Corintios 5:8). No cabe duda de que cuando vio a Jesús cayó a Sus pies. Puedo ver a Jesús extendiendo su mano para tomarlo por el brazo, levantándolo y acercándolo, y con una sonrisa en Su rostro decirle: "¡Bien, buen siervo y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; ¡Entra en el gozo de tu Señor!'" (Mateo 25:21).
Si alguna vez hubo cualquier duda en el corazón y mente de Pablo en cuanto a si su vida por Cristo valía todo lo que había perdido, todo lo que había sacrificado, y todo lo que había sufrido, esa pregunta fue contestada en ese momento. Qué mejor recompensa que escuchar a nuestro Señor decir: "¡Bien hecho!"
Siervo de Dios – ¡Bien Hecho!
¿Es usted un verdadero siervo de Dios? ¿Lo soy yo? Un día cercano todos vamos a estar delante de Jesús. Para algunos de nosotros puede ser inmediato; para otros puede tomar varios años. Pero ese día viene. Cuando usted reflexiona sobre su vida a medida que se acerca ese día, ¿puede usted repetir las palabras de Pablo? Cuando usted esté delante de Jesús, ¿le escuchará decir: "¡Bien hecho!"?
Las decisiones que usted y yo tomamos hoy determinarán el resultado. ¿Qué es lo que nos impide ser libres para servir a Dios? ¿Qué principios necesitamos aplicar en nuestras vidas para que podamos tener la libertad de servirle? ¿Qué consideramos más valioso que Jesús? Ciertamente, ¡la libertad más grande que una persona puede tener es la de ser un siervo de Dios!
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