Por qué fue Jesús un sacrificio
QUESTION: ¿Por qué fue Jesús un sacrificio?ANSWER:Existen múltiples razones para el sacrificio de Jesucristo en el Calvario. Esta respuesta utilizará el libro de Hebreos para explicar sólo algunas de las principales razones del por qué Jesús fue un sacrificio.
Jesús fue un sacrificio porque los seres humanos pecan contra la santidad de Dios. El pecado debe ser, y es, castigado. Esta regla no tiene excepciones. Cualquiera que tenga pecado no perdonado en su vida enfrenta la horrorosa perspectiva de la separación eterna de Dios. No hay ningún perdón, a menos que alguien, capaz de perdonar nuestros pecados, pague el castigo de derramar su sangre. Hebreos 9:22 dice: "Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión."
La sangre derramada por becerros y machos cabríos cuando Moisés, apaciguaba la ira de Dios para con el pecado (Hebreos 9:6-10). La sangre de un animal tenía que ser derramada repetidas veces e indefinidamente, porque no podía quitar el pecado de una vez y para siempre (Hebreos 10:1-4, 11). Su sangre podía purificar los instrumentos y símbolos del perdón, pero sólo la sangre humana podía limpiar a los seres humanos (Hebreos 9:18-23).
Sin embargo, únicamente Cristo, por sí mismo, sin añadir ninguna otra cosa, era lo suficientemente digno para morir en lugar de todos los mortales de la historia. Todo lo anterior a Él fue en preparación para Su sacrificio perfecto. Esto es verdad en virtud de:
- Su deidad (Hebreos 1:8-9).
- La aceptación de Su perfeccionamiento mediante el sufrimiento (Hebreos 2:10, 5:8-9).
- La superioridad de Su persona con respecto a Moisés (Hebreos 3:1-6).
- Su capacidad de proporcionar un reposo eterno para el pueblo de Dios (Hebreos 4:9).
- Su llamamiento por parte de Dios como sacerdote de la orden de Melquisedec (Hebreos 5:1-6, 7:1-22).
- Su establecimiento de un sacerdocio eterno (Hebreos 7:23-28).
- Su presencia a la diestra de Dios como sacerdote eterno, después de ofrecer un sacrificio perfecto (Hebreos 1:3, 8:1-2)
- Su superioridad con respecto al sacerdocio Aarónico de sacrificios de animales (Hebreos 8:3-13).
- Su capacidad de llevar Él mismo los resultados de su sacrificio al cielo, no simplemente dentro del Lugar Santísimo (Hebreos 9:11-14, 23-25).
- Su perfecto sacrificio de una vez por todas por los pecados (Hebreos 9:25-10:4).
- Su voluntad de ser el sacrificio, no simplemente de ofrecer uno (Hebreos 10:1-10).
Jesús fue un sacrificio porque sólo Su sangre podía retroceder hasta el primer pecador y adelantarse hasta el último. Independientemente de cualquier medida temporal que Dios utilizó en la historia antes de Cristo para asegurar el perdón, en la mente de Dios, únicamente Él era sacrificado eternamente como el sacrificio perfecto por el pecado. Por eso la muerte exaltó a Jesús, de ser un judío mortal, a ser Señor universal.
Jesús fue un sacrificio porque - cuando Jesús murió, Dios rasgó el velo en dos, de arriba hacia abajo - significando que la muerte de Cristo abrió un camino libre a Dios (Mateo 27:51). Antes, sólo el sumo sacerdote podía entrar al Lugar Santísimo (sólo una vez al año), y nunca sin sangre, para cubrir sus propios pecados y los de la nación. Hebreos 9:7 dice: "Pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo."
Jesús fue un sacrificio porque - de entre todos los sacrificios alguna vez ofrecidos - Dios sólo honró a éste con la victoria de la resurrección del cuerpo. Ese logro único iluminó a la cruz como un símbolo placentero para nosotros y una victoria para Cristo. Es por eso que Pablo dijo que la muerte de Cristo despojó a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz (Colosenses 2:15). La conquista romana de la fortaleza de Antonia, a finales de julio del año 70 d.C., y de toda la ciudad, un mes después, eliminando el sacrificio diario, no hizo ninguna diferencia para la voluntad de Dios. No se necesitaba ningún sacrificio adicional. El sacrificio perfecto de Cristo, cuarenta años antes, no sólo eliminó la relevancia del templo, sino que recibió el imprimátur de Dios tres días después.
Es por eso también que nosotros no necesitamos ni confiamos en nuestra propia justicia, ni tampoco le tememos a nuestros pecados. La resurrección de Cristo garantizó nuestra emancipación del pecado, al mismo tiempo que nos hace deudores de su gracia. Debido a que Su sacrificio fue suficiente de manera absoluta, no hay nada que podemos hacer para merecerlo. Debido a que Su resurrección verificó la suficiencia de Su sacrificio, no hay NADA que no haríamos por Él en gratitud.
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